Siempre había sido un tipo muy flexible, en todos
los sentidos. Todo me venía bien y tampoco podía quejarme de mi nota de
gimnasia en mi etapa escolar. Por eso cuando Lorena me dijo, a los dos meses de
empezar a salir con ella que estaba casada, me conformé. Ella se excusó, manifestando que no estaba
enamorada de él, que con el momento de crisis que atravesábamos, nadie podía
permitirse un divorcio. Me dijo por activa y por pasiva que de quién estaba
enamorada era de mí. Qué hacían vidas separadas, que su marido la mayoría de
las noches ni siquiera las pasaba en casa. Y yo, di por buenos todos sus
argumentos.
A continuación os explicaré él porque utilizó la forma verbal “había sido” en la
primera frase de mi relato, en vez de utilizar un presente. Pues bien. Todo
empezó con una de esas veladas románticas que tienen todas las parejas. Cena a
la luz de las velas, poca comida para que el postre no se indigeste y mucho
amor por doquier. Cuando la escena pasó a ser un poco subidita de tono, Lorena
me dijo que mejor entráramos en su habitación, que el comedor no era lugar. Ya
enfrascados en mitad de la tarea oí que alguien abría la puerta de la entrada.
Entonces Lorena, que por supuesto, también lo había oído, me pegó un empujón
con tanto ímpetu que me tiró al suelo.
-Rápido, es
mi marido- Susurraba con cara de histérica.
-Y ¿qué?-
Le pregunté yo ingenuo- Si estáis separados, ¿no?
-No
exactamente, luego te lo explico, metete ahí.
-¿Cómo que
no exactamente? Pero ahí no quepo, es un baúl muy pequeño, Lorena.
-Que si,
dóblate y verás que sí.
Pues no, no cabía. Cuando mi cuerpo estaba todo lo
doblado que podía estar, entró el marido de Lorena. Por la escena de celos que
montó y las ganas de matarme que demostraba, era evidente que no estaban
separados.
De allí salí vivo por los pelos y con una
contractura muscular que me recordó que ya no era un chaval, que ya no estaba
para según qué ejercicios elásticos. Más tarde me enteré de que el marido de
Lorena pasaba largas temporadas de viaje y que ella aprovechaba para alternar
con otros hombres. A mí me tocó la noche que su marido decidió volver antes
para darle una sorpresa. La sorpresa fue la que yo me llevé.
Por eso, me he dado cuenta de que ya no soy tan
flexible. Ya no me viene bien todo y desde esa noche ya creo que pudiera volver
a sacar tan buena nota en mi clase de gimnasia.
No comments:
Post a Comment